¡ Para mi hermana ! |
Se que tu, como yo, hace algunos días muy poco creíamos en esas historias que nos contaban de la reencarnación, de los cielos, de los infiernos, de que algún día nos encontraríamos todos juntos en el más allá, pero ahora que tu, sin decirnos nada has decidido dejarnos, necesito creer en algo, algo que me consuele, que me permita entender porque nos has abandonado sin apenas hacer ruido. Creer que sí, que nos volveremos a ver algún día, que conjuntamente con nuestro Padre, en estos momentos estarás reunida con él, que estaréis esperándonos el turno de cada uno de nosotros para poder reunirnos nuevamente algún día y volver a formar la familia unida, que siempre hemos sido. Estés donde estés, seguro que en el cielo, se que a ti te gustaba esto de internet, y por eso, de verdad, quiero creer y necesito creer, que leerás esta carta. Te tengo que decir lo que seguro tu ya sabías, tu madre te adoraba y te adora, tus hijos te querían, te quieren y te añoran, y tus hermanos te queríamos y te seguiremos queriendo y recordando. Todos tenemos el alma herida y el corazón destrozado, pero nos levantaremos, seguiremos adelante por ti, lucharemos por cubrir el hueco que has dejado, por tirar para adelante por esta familia que, unida hoy día en el dolor, está rota seguramente por el enorme hueco que has dejado. Allá donde estés, seguro que estarás orgullosa de todos nosotros, de la unión de la familia en estos momentos difíciles, de la unión de tus hijos en los que tanto confiabas, de los grandes y buenos amig@s que has dejado. Seguro que esto es así, porque tu te lo merecías y siendo como eras, te lo habías ganado. No te preocupes por nada, entre todos saldremos adelante. Estate segura de que sacaremos fuerzas de donde sea y que intentaremos arropar en lo que podamos a tu madre y a tus hijos, que hoy por hoy, son los que más te necesitaban. Como me acuerdo de tus enormes ojos el último día que nos vimos, y como me decías "Carlos, llévame a casa". Dos horas estuve contigo, dos largas horas que ahora desearía volver a estar nuevamente junto a ti, para decirte lo que no te dije, para hablarte de todo, para agradecerte todo, para decirte todo, aunque solo fuera con el silencio. En ese momento, yo creía que no tenías nada, que era lo que pensábamos todos, una simple depresión, que era falta de fuerzas por el tiempo que habías dejado de comer. Pero estaba equivocado, seguro que tú lo sabías y no querías ni sufrir tu, ni que sufriéramos los que te queríamos. Recuerdo ese día que yo te dije varias veces, "aguanta quince minutos más, y nos vamos para casa, mañana estarás como nueva"; una vez más tus enormes ojos me miraban, y solamente con ellos, me decías que "no me creías".Volvías a insistir que te llevara a casa, a tu cama, y esta vez se me ocurrió preguntarte, ¿para que?, ¿por que te quieres ir, si tan mal estás?, y tu me comentaste, "para morir, para morir en mi cama". Fue el único momento que me cabreé contigo, te levanté la voz y te dije, "no digas tonterías,pareces una cría". Que razón tenías, y como nos engañaste a todos, de verdad te morías. Podría escribir y escribir, pero nunca tendría las palabras adecuadas y suficientes para expresar lo que verdaderamente quiero decirte. Empecé esta carta para ti, a los pocos días de que nos dejaras, y la acabo hoy, muchos días después, precisamente hoy, el día de tu cumpleaños. Solo te digo que estoy orgulloso de tenerte como hermana, creo que nunca en vida llegué a decirte que te quería, pero si así fuera, seguro que aún sin decirlo, tu lo sabías. Felicidades hoy, el día de tu cumpleaños. Es verdad que hemos perdido tu cuerpo, tu presencia, pero nos has dejado tu recuerdo, tu cariño, tu bondad, nos has dejado todo. No me creerás, pero al acabar esta carta, creo firmemente que la leerás, y que algún día, más o menos lejano, nos volveremos a encontrar. Hasta que llegue ese momento, un beso y síguenos protegiendo. Vigo, 30 de julio de 2008 |